martes, mayo 18, 2004

A brief history of Eurocopa

Francia 60 - Un experimento boicoteado. La primera edición de la Eurocopa fue una competición más bien precaria nacida tras el éxito de la Copa de Europa de clubes y devaluada por los boicots a la Unión Soviética, que se convirtió en el primer campeón.

Todas las crónicas de la época remiten al portero Lev Yashin como principio y fin de aquel equipo. Con un mito, el de la imbatible “araña negra”, arrancaba la Eurocopa.


España 64 - Marcelino, de cabeza. La segunda fase final se disputó en España, cuya selección fue una de las que se negaron a jugar frente a la URSS en 1960. Entre reticencias del régimen franquista, el equipo español, que eliminado a Hungría en semifinales, disputó la final frente a los soviéticos en el Santiago Bernabeu. El resultado, el mayor hito del fútbol español: dos a uno gracias al cabezazo de Marcelino.


Italia 68 - Por una moneda al aire. Italia y la URSS disputaban un partido del que saldría el rival de Yugoslavia en la final. Tras la prórroga, se mantenía el empate a cero, por lo que el ganador se decidió con una moneda al aire. Fue Italia.

El partido frente a los yugoslavos también acabó en empate, esta vez a uno. Al tratarse de la final, el reglamento ordenaba repetir el partido. Y dos días más tarde,esta vez sí, la Italia de Luigi Riva conseguía imponerse en Roma (2-0).


Bélgica 72 - Los chicos del Kaiser. Alemania (entonces R. F. A.) compareció en Bélgica con la vista ya puesta en el Mundial 74 y con un equipo que, además de fuerte y competitivo, como era de esperar, contaba con hombres como Muller, Breitner y, especialmente, Beckenbauer. En la final, Alemania no dio opción a la URSS, que se llevó el marcador más abultado jamás visto en una final de la Eurocopa (3-0). Por supuesto, el Mundial de Alemania 74 también fue suyo.


Yugoslavia 76 - Suave, Panenka. Los alemanes se frotaban los ojos: subida a sus barbas, Checoslovaquia dominaba la final por dos a cero a los 25 minutos. No esperaron más. Muller marcó enseguida y, no sin esfuerzo, Holzenbein hizo el empate en el minuto 90. Se jugó una prórroga, sin goles, y se llegó a los penaltis. Y qué penaltis.

A falta de un lanzamiento, los cuatro checos habían acertado, pero Alemania se había quedado en tres tantos por el fallo de Uli Hoeness. Del quinto lanzador checo, Antonin Panenka, dependía otorgar la gloria a su país o fallar y devolverle la vida a los alemanes. Una responsabilidad abrumadora para cualquiera. No para Panenka, que eligió la gloria, aunque del modo más imprevisto: acumuló sangre fría, fue hacia el balón y, con el portero alemán, Sepp Maier, ya vencido, chutó por el centro, suave y a media altura. Desde el suelo, Maier sólo pudo admirar, sorprendido, la trayectoria de aquella pelota suicida que cualquier mortal podría haber detenido.


Italia 80 - Otra vez Alemania. Alemania disputó en Italia su tercera final consecutiva, esta vez frente a la seleccion belga de Jean Marie Pfaff, Eric Gerets, Jack Ceulemans y Franky Van Der Elst. La generación de Beckenbauer entregó el testigo a la de Schuster, Stielike y Rummenigge, aunque fue Hrubesch el autor de los dos tantos que decantaron la final. Cambiaron los nombres, pero la competitividad alemana se mantuvo intacta. Y esta vez encontró su premio.


Francia 84 - Una fiesta local. Tras el batacazo del Mundial 82 y el éxtasis de la goleada a Malta, España volvió, 20 años después, a codearse con la jet set del continente en una final. Enfrente, Francia y el Parque de los Príncipes. El escenario no era el más propicio para la hazaña, pero la posibilidad de derrotar a los franceses en su casa, en París, excitaba a más de uno.

La gran ventaja de Francia, sin embargo, no era jugar en casa: Francia tenía a Platini, que, secundado por Giresse y Tigana, era capaz de volar sobre el resto. La Eurocopa quiso recompensar a aquella excelente generación de futbolistas, aunque fuera a costa de España y de aquel balón con vida que se le escurrió a Arconada.


Alemania 88 - Al fin, Holanda. Tras dos asaltos, memorables pero fallidos, al trono mundial en 1974 y 1978, Holanda tuvo que esperar a nueva generación de oro para alzarse con su primer título internacional. Arropados por muchos de los jugadores que habían convertido ese año al PSV en campeón de Europa, Gullit, Rijkaart y Van Basten comenzaron en Alemania 88 a gobernar con mano dura el fútbol europeo. No sólo eliminaron a los anfitriones y se llevaron el trofeo ante la última gran selección soviética; el trío, además, conquistó para el AC Milan las dos siguientes copas de Europa. Durante tres temporadas, hasta la decepción de Italia 90, todo el fútbol europeo habló con acento holandés.


Suecia 92 - Un campeón inesperado. Los alemanes, acostumbrados a que los títulos caigan por inercia, se las prometían muy felices. Pintaba bien aquella nueva final. Esta vez no estaba enfrente Italia ni Argentina, sino Dinamarca, un invitado de última hora que había entrado en la competición por las sanciones internacionales a Yugoslavia. Muchos de los jugadores daneses habían comenzado ya las vacaciones, y entre los que volvieron de la playa ni siquiera estaba su gran figura, Michael Laudrup. Fue su hermano, Brian, quien capitaneó un grupo muy sólido en el que sobresalían el rapidísimo Fleming Polvsen (el mismo que jugó en el Castilla) y la mejor versión del portero Peter Schmeichel.

Cuando Alemania se dio cuenta de que tenía un rival enfrente, la final ya estaba perdida.


Inglaterra 96 - El primer gol de oro. En el desenlace de uno de los torneos más tediosos que se recuerdan, la historia amenazaba con repetirse. Alemania insistía en la final, en la que se coló de nuevo un equipo al que nadie esperaba: la República Checa, sin más figuras que Karel Poborski o un joven de pelo corto llamado Pavel Nedved.

En Alemania, todo queda dicho, las grandes figuras fueron su libre, Mathias Sammer, y Oliver Bierhoff, un tanque que hasta ese momento se ganaba la vida en Italia como delantero centro del Udinese. Bierhoff salió al campo a 20 minutos del final para culminar la embestida de los alemanes, que perdían por uno a cero. Eso le bastó. Un remate suyo forzó la prórroga y otro más, convertido en el primer gol de oro de la historia, deshizo definitivamente el sueño checo de imitar a la Dinamarca del 92.


2000 - La confirmación de Francia. Con la corona mundial obtenida en su país dos años antes, Francia se presentó en la Eurocopa 2000 como gran favorita, condición que sólo los holandeses, por su categoría de anfitriones, se atrevían a discutirle.

La Francia de Zidane cumplió y llegó a la final, pero en el camino de Holanda, a la altura de semifinales, se cruzó Italia y, especialmente, su portero, Francesco Toldo, que amortizó el fútbol ultradefensivo del equipo. Generaciones de holandeses recordarán su nombre. Toldo detuvo un penalti al filo del descanso y dos más en la tanda definitiva.

En la final, los italianos padecieron como suelen padecer sus víctimas. En el minuto 90, con todo el país celebrando ya la victoria Francia forzó la prórroga. Y minutos después, un gol de oro de Trezeguet volvió a coronar a los franceses.