miércoles, junio 30, 2004

Extremos y Concorde



Esta noche miraremos a Figo después de su infantil desplante. Desplante a su entrenador, desplante a sus compañeros, desplante a su afición. Dice que no ha cometido ningún crimen, y está en lo cierto. Lo triste es que los futbolistas, aún cuando las críticas sean de lo más razonable, sean incapaces de encajarlas y crean que alguien les está llamando criminales.

Miraremos a Deco, que dicen que está a un paso del Barça. Me pregunto dos cosas: la primera, ¿cómo se las apañará Rijkaard para embutirle en el mismo once que a Ronaldinho? Y la segunda, ¿de dónde ha brotado de repente tanto dinero en Can Barça? ¿No decían que la caja estaba vacía?

Miraremos a Pauleta. Son horas bajas para el que hasta hace poco era el killer más letal de las Azores. Despojado de este título por el tridente Bush-Blair-Aznar, el delantero del PSG exhibe en esta Eurocopa un tono gris pese al cual mantiene la titularidad. Scolari no se ha dejado deslumbrar por los goles decisivos de Nuno Gomes y Postiga. Si hay penaltis, atentos a Panenkita.

Miraremos a Robben, una de las sensaciones del torneo. Nos gusta porque nos transporta a aquel mundo idílico del que nuestros abuelos les hablaban a nuestros padres: el fútbol con extremos. Víctimas de un genocidio táctico, estos duelistas son hoy en día rara avis. Extraña involución. Como el Concorde, los extremos son uno de los escasos símbolos de progreso a los que se ha decidido jubilar sin haber dado antes con una alternativa mejor.

Miraremos a Van Nistelrooy, una de las pocas estrellas que aún no se han despeñado del firmamento fundacional de esta Eurocopa. Compañeros y rivales se han empeñado en que aparezca poco, pero ya contra Alemania demostró que puede resultar decisivo aún no apareciendo nada.

Además, los hinchas del Madrid mirarán a Carvalho (que por nombre debería jugar en el Barça y buscar casa en Vallvidrera); los del Depor, a Maniche; y los del Chelsea, supongo, a los 46 convocados.